miércoles, 16 de mayo de 2018

RE: Rosario Bléfari - Estaciones (2004)




REvisitar / REcordar / REcomendar. Nuestra ocasional sección para acomodar algunas palabras de amor sobre discos que conocimos a destiempo y ahora atesoramos.

Una pena que en el amarillo no haya una sola reseña a Rosario Bléfari, y una sorpresa, pues sus canciones nos han hermanado en esta redacción y le escuchamos tan seguido que sin duda su nombre reluce en nuestro altar.

Pero no es tarde, a catorce años de su edición, decimos que Estaciones es uno de nuestro álbumes favoritos de la música en español, y que hoy suena tan fresco y pertinente como debió serlo en aquel 2004. En su atemporalidad nos refugiamos.

Distantes ya de la separación de Suárez, aquella formidable banda, y tras editar Cara (2001) un modesto disco de letras cortas y experimentación electrónica, la artista encuentra una fórmula más audaz en Estaciones. Ya su portada hace una declaración de intenciones, más pop no podría ser: círculos de colores a modo de persiana y una Rosario expuesta, en bikini y con expresión de alegría, posando como una buena modelo, una diva sobre un par de tacones. Y es cierto, en este disco están presentes tales adjetivos: feminidad, pop, sensualidad, alegría, liviandad, sin prescindir del espíritu punk, descarado y nostálgico de su figura en Suárez. Es esta conciliación de valores la que hace de Estaciones una obra maestra, la plenitud de Rosario en un encuentro consigo misma del que nos hace afortunados testigos.

Desde Exactos entendemos el sofisticado planteamiento. Confiada en su don de letrista, nos invita a celebrar las coincidencias en una luminosa melodía, “Tu modo de encontrarme / y mi descuido / provocaron sin querer / esta gran casualidad”.

Simple y desenfadada, en Vidrieras retenemos al instante otra letra: “No te importa que nadie te quiera / solo te interesa ver las vidrieras”, cuántas veces nos hemos descubierto cantando por ahí estas líneas quizá hasta contemplando vidrieras, el uso de un lenguaje cotidiano y la sencillez de los arreglos musicales nos acercan muy pronto a la música de Rosario, sus canciones en nuestros audífonos y de golpe estamos sumidos en poesía.



Pero si tuviéramos que elegir una sola canción en la discografía entera de Rosario Bléfari seguramente diríamos Estaciones. Piedra angular y título del álbum, en ella se emplea la conocida metáfora del nacimiento y descenso del amor como los tiempos climáticos. En sutiles cambios de ritmo y melodía, experimentamos la transición de la primavera al invierno en nuestro afecto, y confesamos el habernos identificado más de una vez con este himno. Con la misma ingenuidad de la canción, hemos sufrido el desamor como definitivo, para sorprendernos después con la certeza de volver a ilusionarnos. “Pensar que ayer creí morir / hoy parece que puedo seguir”.


Ningún mensaje y Cartas son canciones hermanas, la correspondencia sin respuesta, el suspenso, el hilo de conversación que se rompe. En su educación sentimental, Rosario nos dice que no hace falta lamentarlo, “Nunca es el fin / todo estuvo listo para seguir / y también para terminar”, y algo nuestro se ha quedado del otro lado. “Las cartas quedaron de nuevo hablando solas / te sigo soñando / no creo que esté mal”, dos canciones tan hechas para ser dedicadas y sin embargo están solo para nosotros, como un diálogo interior, ante la ausencia de interlocutor. “A lo mejor te confundió mi forma de ser”, “Quién sabe si entendiste alguna vez”, frases similares a lo que nosotros mismos hemos llegado a expresar torpemente.

Mediodía nos alivia con su groove sofisticado, en un guiño al funk recibimos esta letra optimista que mejor recrea la portada veraniega y risueña de Estaciones. Mientras Nunca nos envuelve en una misteriosa melodía, acompasada por las manecillas de un reloj y se eleva como una oración, “Que no termine nunca esta cuadra, esta noche, este aire. Que no se acaben los días, que nunca esté completa la felicidad”. Esta canción hace parte de 4 women no cry, un compilado alemán estrenado el año siguiente (2005) por Monika Enterprise y que reúne la obra de cuatro artistas femeninas alrededor del mundo. Allí también aparece otra de nuestras favoritas de Rosario, la gran Partir y renunciar.

Un disco de catorce canciones donde cada una es un tesoro. Tenemos a Inocentes, que en su ligereza nos entrega una clara sentencia: "Lo que no pasó sigue estando acá”, y a Mejillas que en su colchón punk nos llena de emoción al describir el recorrido de la sangre por un complejo sistema de ramificaciones hasta llegar a iluminar el rostro de nuestro ser amado.

Y qué decir de Convicciones, otro dulce himno, otra sabiduría, la vida que se sacude ante la llegada del amor. “Yo creía que ya todo estaba inventado de algún modo, ningún espacio vacío, todos repitiendo todo / pero cuando apareciste, perdí la fe que me sostenía / pero cuando apareciste, mis ojos vieron lo que no veían”, y es que si nuestra reseña está poblada de citas a sus letras es porque el pozo poético en Rosario Bléfari es tan hondo que las palabras sobreviven a la música, es posible aislarlas y atesorarlas como literatura. De hecho, una selección de ellas aparece impresa en el poemario La música equivocada, cumpliendo así esa verdad institucionalizada por Bob Dylan: el músico como poeta. La propia canción encierra también un cambio de cimientos, a partir del minuto 2:05 oímos como en Convicciones se desgarra la melodía y aparece el guiño a la música de garaje. 

Ya empezamos a agitar nuestros pañuelos de despedida. Viento helado es la última canción de Estaciones, y qué mejor. Un uh, uh, uh nos trae ese aire frío que impulsa al movimiento, como alimento para el alma, esta canción y este disco nos llenan de ímpetu, en una letra que no acabamos de descifrar sentimos un llamado, vislumbramos eso que llaman destino: “a veces creo que es preciso conocer, lo que se pierde en una tarde, lo que se gana de una vez”Dani Umpi tuvo el honor de recuperar estos tesoros en un disco En vivo en Casa Brandon (2017) interpretando junto a Rosario canciones de uno y otro repertorio, en un velada que esperamos se repita.



Del 2004 al día de hoy han llegado otras canciones, la misma Rosario ha editado magníficos álbumes y nos alegramos de saber que su sed no se ha colmado, y tampoco la nuestra, pero somos caprichosos, y sabemos volver a beber de la misma fuente: sus Estaciones.


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